Cuando Gregorio Nolaga,
importante neurólogo en un hospital del sur de la ciudad, salió de su
consultorio la noche del 24 de abril de 1981 se comportaba jovial, y hasta hizo
algún comentario jocoso a Armando Nerú, el velador. El doctor se había quedado
trabajando tarde, salvando a un pobre muchacho que había quedado prensado en su
automóvil marca Datsun. Los miembros del cuerpo de bomberos y de policía
que lo rescataron tuvieron que cercenar sus piernas para poderlo sacar del
coche con vida, pues presentaba fracturas de diversa índole en el cráneo.
Siguiendo con el reporte, salió el galeno de
su consultorio, ubicado en la calle Pascual González Molina #123 para dirigirse
a su domicilio, en Avenida Pizarro #69. Abordó su automóvil marca VolksWagen,
modelo Caribe, e ingresó al arroyo central del Periférico.
Según testigos, llegando al puente por donde
circula la calle Motolinia, el vehículo, circulando a toda la velocidad que
daba el motor, inexplicablemente se elevó en el aire, a una altura cercana a
los dos metros, para caer después de un momento, dando 5 vueltas de campana,
para terminar incrustándose en una de las columnas que sostienen el paso a
desnivel. Ésta cedió ante la magnitud del impacto, sepultando el vehículo bajo
varios metros de escombros.
Los mismos bomberos que acudieron al rescate
en el que, horas antes, el buen doctor había salvado la vida al joven Fernando
Cojo y Mocho, iban ahora al rescate del mismo médico. Tras horas de remover
escombros y después de deshacer el coche con la sierra no aparecieron rastros
de don Gregorio ni de su cadáver. Los testigos, tras ver la foto del personaje
en cuestión, afirmaron ver a ese mismo hombre manejando el coche en el momento
del siniestro.
Desde el DF reportó
ãJORGE GULÍAS MERELLES